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Invocaciones a Jesús Maestro

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chenter
view post Posted on 4/7/2009, 21:18




Invocaciones a Jesús Maestro

Jesús Maestro,
santifica mi mente y aumenta mi fe.
Jesús, tú que enseñas en la Iglesia,
atrae a todos a tu escuela.
Jesús Maestro, líbrame del error, de los
pensamientos inútiles y de las tinieblas eternas.
Jesús, camino entre el Padre y nosotros,
me ofrezco enteramente y todo lo espero de ti.
Jesús, camino de santidad,
hazme tu fiel imitador.
Jesús Hijo, hazme perfecto
para el Padre que está en los cielos.
Jesús camino, vive en mi para que yo viva en ti.
Jesús vida, no permitas que yo me separe de ti.
Jesús vida, haz que yo viva eternamente
la alegría del Espíritu Santo.
Jesús verdad, haz que yo sea luz en el mundo.
Jesús camino, haz que yo sea testigo auténtico
ante los hombres.
Jesús vida, haz que mi presencia contagie a todos
con tu amor y tu alegría.


Oración de la Familia Paulina

Derechos reservados Espiritualidad I. Argentina
 
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chenter
view post Posted on 20/9/2009, 03:10




La presencia de Dios

http://www.taize.fr/es_article8527.html

Frente al milagro de la vida, de nuestro cuerpo tan complejo y tan bien «tejido» (Salmo 139), mucha gente afirma que en el ser humano se encuentra una especie de destello divino que le da vida. Es sorprendente que nuestra mentalidad moderna tan marcada por la ciencia llegue a las mismas conclusiones que la «medicina» del Antiguo Testamento. Sí, según la Biblia, Dios da un Aliento al ser humano, y en este Aliento de vida, Dios puede hacerse presente (ver Génesis 2). Aliento y Espíritu son una sola y única palabra en el hebreo bíblico.

El deseo del creyente es que Dios nos habite por medio de su Espíritu «que se une al nuestro» (Romanos 8,16), pues «estar unido al Señor es ser un Espíritu con él» (1 Corintios 6,17).

Entonces, si tenemos a Dios en nosotros y todo parece estar ya dado, ¿para qué puede servir tener fe?

En el transcurso del encuentro europeo de Bruselas, el Cardenal Danneels se dirigió a los participantes con estas palabras: «Doy gracias a Dios porque todas las tardes, a dos pasos del Atomium, que es el símbolo de los hombres que escrutan la materia hasta sus más profundos recovecos, vienen 40.000 jóvenes para escrutar las cosas de Dios. En los momentos de silencio durante las celebraciones, el Espíritu Santo crea en nosotros un nicho, una especie de pequeño portal donde el Niño Jesús puede nacer».

Es tan fácil rellenar estos «nichos» con necesidades artificiales. Es quizás ahí, precisamente, donde la fe es esencial: es ella la que deja salir los deseos del alma. La fe es atenta, «es el anticipo de lo que se espera, prueba de realidades que no se ven» (Hebreos 11,1), y de esta forma, enseña al alma a desear. Como dice San Agustín: «Dios, al hacer esperar, ensancha el deseo; al hacer desear, ensancha el alma; al ensanchar el alma, la hace capaz de recibir» (Comentario de I Juan, 4, 6).

La presencia de Dios en nosotros es también una llamada. Dios nos llama, no solamente a recibirle, sino a que «seamos como él» (1 Juan 3,2). Desde el siglo II, San Irineo de Lyon osaba a afirmar: «El Hijo de Dios se ha hecho hombre para que el hombre sea Hijo de Dios» (Contra las herejías, III, 10, 2). Por medio del Hijo, el Espíritu se ha preparado para habitar en todos los seres humanos: «El Espíritu también ha descendido sobre el Hijo de Dios, que se ha hecho hijo del hombre, habituándose con él a habitar en el género humano, a reposar entre los hombres» (III, 17, 1). La fe es la participación activa de nuestro deseo en esta transfiguración. Es deseo de llegar a ser hijo en el Hijo, de participar activamente en la obra de Dios.
http://www.taize.fr/es_article8527.html


Pablo de pie en medio del Areópago, dijo: “Atenienses, veo que vosotros sois, por todos los conceptos, los más respetuosos de la divinidad. Pues al pasar y contemplar vuestros monumentos sagrados, he encontrado también un altar en el que estaba grabada esta inscripción: ‘Al Dios desconocido’ Pues bien, lo que adoráis sin conocer, eso os vengo yo a anunciar. El Dios que hizo el mundo y todo lo que hay en él, que es Señor del cielo y de la tierra, no habita en santuarios fabricados por manos de hombres; ni es servido por manos humanas, como si de algo estuviera necesitado, el que a todos da la vida, el aliento y todas las cosas. Él creó, de un sólo principio, todo el linaje humano, para que habitase sobre toda la faz de la tierra fijando los tiempos determinados y los límites del lugar donde habían de habitar, con el fin de que buscasen la divinidad, para ver si a tientas la buscaban y la hallaban; por más que no se encuentra lejos de cada uno de nosotros; pues en él vivimos, nos movemos y existimos, como han dicho algunos de vosotros: ‘Porque somos también de su linaje’.
Hechos de los Apóstoles 17, 22: 28.


Edited by chenter - 21/9/2009, 03:24
 
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